José María Muñoz nació en Buenos Aires en 1924. Hijo de una sirvienta y un viajante de comercio que murió cuando él aún era un niño, se recibió de técnico aeronáutico, pero su gran pasión siempre fue el periodismo deportivo y en particular el relato futbolístico, profesión que ejercería “con alma y vida”. Debutó en la radio con tan solo 23 años, entre informes, comentarios y relatos de partidos del Ascenso. A partir de ese día no paró hasta convertirse en una de las voces más reconocidas de la Argentina, dueño de una gola única y un grito de gol tan particular que cualquier argentino futbolero era capaz de reconocer al instante. El estilo Muñoz —tan imitado a lo largo de los años— incluía frases y latiguillos célebres como “peligro de gol” o esa original costumbre de numerar cada tiro de esquina.

En 1958 se convirtió en el director de la sección deportes de la emisora Radio Rivadavia, y a partir de 1971 fue su director general hasta 1992, año de su fallecimiento. La radio a transistores comenzaba a ser furor entre la clase media y las canchas se llenaban de esos aparatitos modernos que ayudaron a incrementar la tremenda popularidad de un programa clásico del deporte argentino: La oral deportiva, creado y conducido por Muñoz.

Entre 1970 y 1973 fue Director de Deportes en Canal 7 Buenos Aires, y conducía su propio programa, llamado Muñoz y la redonda. Tal era su popularidad que incluso llegó a participar en la cinematografía, poniendo la voz o actuando de él mismo en algunas breves escenas de películas como El crack (1960), Villa Cariño está que arde (1968), Paula contra la mitad más uno (1971), y Una viuda descocada (1980), y con un rol fundamental en la nefasta y propagandística La fiesta de todos (1980).

José María Muñoz fue durante mucho tiempo conocido como “el relator de América”.

También es recordado como “el relator de la dictadura”.

La otra cara de Muñoz

Luego del golpe de Estado de 1976, Muñoz se convirtió en un promotor de la dictadura que dos años más tarde organizaría el Mundial 78, un agitador de las supuestas bondades del gobierno de facto más sanguinario de nuestra historia. Desde su lugar de relator popular e influyente y convertido en la voz oficial del certamen, no perdió oportunidad para convencer a su público —que a su vez debía convencer a los extranjeros— de que la Argentina era un país que nada tenía que ver con los horrores que se denunciaban.      

“Campeón Argentina en la organización de un gran campeonato que se ha hecho con esfuerzo de todo el país. Cuando muchos nos caían, Argentina logró esta gran hazaña”, dice Muñoz en los comentarios posteriores al partido de la final contra la selección de Holanda. “Porque el campeonato del mundo fue la prueba de la fe, de la capacidad de los argentinos, que cuando dijeron ‘hacemos el mundial’ pusieron todo lo que había que poner para que se hiciera, para que se nos conociera, para que no se nos maltrate más, para que sepan todos cómo es nuestro pueblo”.

Pero lo de Muñoz no era sólo chauvinismo y pasión por el fútbol. Es notable cómo este periodista —incluido en el listado de “la prensa canalla” de la revista Humor— no perdía oportunidad de llamar “Presidente de la República” a un genocida como Jorge Rafael Videla, incluso en esa misma final transmitida a todo el país: “Argentina campeón mundial, Fillol está en el piso desmayado, Tarantini llora con él. Ingresa el público a la cancha, intenta la Policía que nadie ingrese, porque ahora el Presidente de la República va a ingresar al campo a entregar la copa”, relataba un emocionado Muñoz. En su voz, Videla era humanizado y dotado de humildad y sencillez: “El Presidente de la República de pie, con los brazos en alto, recién ahora está conversando con el almirante Massera. Allí está nuestro Presidente con los brazos en alto, como un simpatizante más del fútbol, un hombre más de este pueblo argentino que tiene por delante un gran camino por recorrer”.

Muñoz no era el único periodista que manipulaba a sus oyentes a la vez que instalaba la idea de que las denuncias sólo eran una burda maniobra de desprestigio hacia el país, pero fueron su insistencia y su militancia para con el tema los factores que lo hicieron destacar. Mientras duró la cruzada oficial con la cual la dictadura buscó contrarrestar la “campaña antiargentina”, Muñoz fue su rostro amable y popular, el mismo que en septiembre de 1979 convocó a cada argentino que lo estuviese escuchando a concurrir la Plaza de Mayo para expresar su descontento con la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA y contarles que los argentinos éramos “derechos y humanos”.   

Pablo Llonto, periodista y abogado especialista en derechos humanos autor del libro La vergüenza de todos (2005), escribió: “Nadie que estudie periodismo deportivo debería soñar con ser como Muñoz, como alguna vez en nuestra ingenua y estúpida adolescencia quisimos nosotros”.

Algunos, los más desmemoriados, quizá sólo lo recuerden como el relator de América, el padre del Mundial 78, el periodista que gritó con alma y vida los goles de la final, el de la polémica con Caloi por los papelitos en la cancha. Otros, sin renegar de su carisma y su talento como relator, también lo recordarán como el comunicador que llamaba “Presidente de la República” al genocida Jorge Rafael Videla, el periodista que encabezó la campaña de descrédito contra la CIDH de la OEA que visitaba nuestro país tras las denuncias de violaciones a los derechos humanos, el relator de la dictadura que tras la final le dijo a sus oyentes en un monólogo nefasto: “En un instante más va a entrar el Presidente de la República a entregar la copa. El mejor Mundial, organización extraordinaria, miles y miles de banderas, miles y miles de gargantas ‘enronquecidas’, 25 millones de argentinos que tienen un solo color, el celeste y blanco. El fútbol ha hecho el milagro del país, de este país maravilloso, que nos siguen atacando aquellos que no nos conocen”.

“Éste es el pueblo argentino, el que se ha manifestado con la blanca y celeste a través del fútbol, y que es precisamente la base de futuros grandes objetivos para este gran país que tenemos. Para que nuestros hermanos del mundo comprendan que hicimos un campeonato de solidaridad, de humanidad, porque así somos los hijos de esta tierra, en el año del libertador General San Martín. Argentina es el campeón del mundo.”