El Mundial 78 resultó, sobre todo por el contexto hostil ofrecido por la dictadura, una cita con las contradicciones y las oscuridades: en los estadios, fervor, papelitos y un griterío compartido; afuera, el horror, el dolor y los silencios obligados. La fiesta se hizo máscara. Un mínimo detalle geográfico sirve como retrato de esa enorme grieta: a once cuadras del Monumental de la consagración y de la euforia la ESMA ocultaba la principal sede de la tortura.

Dentro de ese ambiente sucedió una Copa del Mundo que, por el contorno, alimentó mitos como casi ninguna otra antes ni después. Se dijeron y se dicen verdades, mentiras, rumores y trascendidos incomprobables alrededor de aquella competición que sigue latiendo en la memoria.

1) ¿Por qué Johan Cruyff no jugó el Mundial 78?

El crack holandés Johan Cruyff, líder de su seleccionado y figura del Barcelona, no participó del Mundial 78. Por ese motivo no pudo jugar su segunda final consecutiva. Se contaron razones diversas. La versión más difundida señalaba que había desistido de viajar a Buenos Aires como una forma de manifestar su repudio a la dictadura militar. También se contaron dificultades internas en el plantel y hasta una pelea con la Federación de Fútbol de los Países Bajos por un conflicto de patrocinadores. Hubo más. Una cuestión atendida hasta por las revistas de ricos y famosos: que su mujer no le había permitido viajar durante ese verano del Hemisferio Norte. 

En 2010, en una larga entrevista concedida a Catalunya Radio, Cruyff terminó con la mitología. Explicó los detalles: “Deben saber que yo tuve problemas en el final de mi carrera como jugador en Barcelona pero no sé si ustedes saben que alguien me puso un rifle en la cabeza y me ató. Y que ató a mi mujer (Danny Coster) enfrente de mis hijos en nuestro departamento. Después logré soltarme y eso frustró el intento de secuestro. Pero eso cambió nuestras vidas. Los chicos iban al colegio con custodia policial. La policía durmió en nuestra casa por tres o cuatro meses. Para los partidos, llevaba un guardaespaldas”. El episodio jamás fue asociado a la dictadura argentina.

Continuó la explicación de Johan: “Todo eso hace cambiar tu punto de vista sobre muchas cosas. Hay momentos en la vida en los que hay otros valores. Queríamos parar y ser un poco más sensatos. Era el momento de poner el fútbol a un costado. No podía jugar un Mundial después de eso”. Y no lo jugó.

2) Cereales para Perú

Entre tantas versiones que refieren a arreglos espurios vinculados al 6-0 de Argentina a Perú que permitió su acceso a la final hay una que sostiene un acuerdo entre las dictaduras militares de ambos países. La sospecha estuvo vinculada a la donación de centenares o miles de toneladas de trigo, en concepto de ayuda alimentaria. Juan Alemann, secretario de Hacienda en tiempos de la dictadura, reconoció alguna vez que esas donaciones sucedían “sólo en caso de terremoto o catástrofe”. Se enviaron barcos. Sin embargo, ninguna de esas situaciones extremas había pasado en el Perú de esos días.

De todos modos, no eran infrecuentes ese tipo de “colaboraciones” entre los gobiernos dictatoriales de aquellos años en la región. Todo en el contexto del Plan Cóndor, la operación impulsada por la CIA para coordinar tareas conjuntas entre las autoridades de facto de los países de América latina.

Aquella, en cualquier caso, no fue la única sombra sobre ese partido, uno de los más polémicos —en términos de su contexto— en la historia del deporte más popular.

3) Hellström y las Madres de Plaza de Mayo

Por el mundo se paseó la noticia. Dio vueltas y más vueltas. Contaba que el arquero del seleccionado sueco Ronnie Hellström, en un gesto de solidaridad, se había paseado junto a las Madres de Plaza de Mayo en sus vueltas de los jueves para reclamar por sus hijos desaparecidos. Incluso le adjudicaron frases. Pero lo cierto es que, en 2008, al cumplirse tres décadas de aquel Mundial, el grandote que había defendido con éxito durante diez temporadas el arco del Kaiserslautern alemán confesó la verdad de la historia ante la consulta de Terra Magazine: “No era yo. No. Recuerdo a las Madres pero no fui a la Plaza. Algunos jugadores fueron, dos o tres, pero no sé bien quiénes”. 

Su nombre —su apellido— en realidad aparece en el imaginario colectivo caminando por la Plaza de Mayo. Quizá a partir de un detalle cierto: Suecia fue uno de los países que con más intensidad procuró que el Mundial no se realizara en la Argentina a consecuencia del régimen dictatorial que disponía de vidas y muertes.

4) El saludo de Tarantini a Videla

Durante mucho tiempo se dijo que el defensor izquierdo se había agarrado los testículos antes de saludar al presidente de facto Jorge Videla, en el vestuario y tras un triunfo argentino. Alberto Tarantini retrató en 2012 aquella escena, en una entrevista con la revista El Gráfico: “Esa fue una apuesta que le hice al gaucho (Passarella). Le dije: ‘Ahora me agarro bien los huevos y le doy la mano’. Eran mil dólares la apuesta, todavía no me los pagó, porque lo hice. Videla me vio cuando me refregaba las bolas, puso una cara de orto tremenda y me tuvo que estrechar la mano porque estaban ahí nomás los fotógrafos. ¿Pero no vas a poner la foto con ese hijo de puta? ¿O sí? Si la ponés, mirá la cara que pongo cuando lo saludo”.

Así fue la versión de los hechos que dio Tarantini. Aunque curiosamente —o no tanto— muchos de sus compañeros lo niegan y advierten que “El Conejo” eligió agregarle condimentos a esa imagen que en verdad no tenía.

Por otro lado, en esa Copa del Mundo, Tarantini convirtió su único gol en la Selección. Fue en el 6-0 a Perú. Convirtió el segundo. Y en el festejo insultó a los cuatro vientos.

¿Para quiénes eran esas puteadas? Se lo contó al periodista Diego Borinsky: “A la Junta Militar, a los tres milicos. ‘¡La concha de tu madre, se pueden morir todos, hijos de puta!’, gritaba. Metí el gol, di media vuelta y encaré con el grito para donde estaban ellos”.

5) Escocia, el seleccionado de los excesos

Llegaron, jugaron, rozaron el papelón, se despidieron con una actuación resplandeciente, aquel estupendo 3-2 frente a Holanda, en Mendoza. Y todo a ritmo de vértigo, con mucho alcohol en las habitaciones. Y hasta un caso de doping.    

Después del debut con derrota ante Perú, Willie Johnston dio positivo en uno de los controles antidoping. Había consumido Reactivan, un estimulante que contenía fencamfamina. Fue la primera y última presentación del delantero. La Federación escocesa decidió expulsarlo de por vida.

En Alta Gracia, donde se concentró el plantel en el primer tramo de la Copa del Mundo, las autoridades del hotel encontraron centenares de botellas vacías en las habitaciones. Había whisky y licor. Corresponde decirlo, no fueron los únicos que apostaron por las bebidas alcohólicas: el seleccionado polaco —cuentan— ingresó a la Argentina con cerca de 400 botellas de vodka.

6) A la selección argentina le acomodaron los horarios

Durante mucho tiempo circuló la idea de que el seleccionado de César Menotti había sido favorecido por la FIFA en la segunda ronda (clasificatoria a la final) con la cuestión de los horarios. Pero no, nada de eso. Era así el reglamento de antemano. Por cuestiones de logística y para que el horario fuese amable para la mayor cantidad de público posible, Argentina jugó todos sus partidos a las 19.15. Incluso aunque invitara a suspicacias y a injusticias deportivas. Otro detalle: la selección ni siquiera ganó su grupo en la fase inicial. Al caer con Italia, tuvo que cambiar de planes y mudar su localía a Rosario.

Para la última fecha del grupo, la Argentina jugó con el resultado puesto de Brasil, su rival directo, con el que había igualado 0-0 en la jornada anterior. Sabía que necesitaba cuatro goles frente al ya eliminado Perú para acceder a la gran cita del Monumental. Le hizo seis. Y la goleada lo colocó en el encuentro decisivo.

Esa práctica de no definir con los equipos involucrados a la misma hora y el mismo día sucedió hasta el Mundial siguiente. A consecuencia del evidente arreglo entre Austria y Alemania, en España 1982, se modificó la regla. Aquella vez, en El Molinón de Gijón, Alemania le ganó 1-0 a su vecino europeo. Con ese resultado se garantizaron los dos la clasificación y dejaron afuera a Argelia, que también había ganado dos partidos en ese grupo. El estadio entero gritó: “Tongo, tongo, tongo”.

7) Las medallas negadas de Holanda

El plantel de Holanda no accedió a la ceremonia de premiación, tras la victoria de la Argentina por 3-1 en la final del Monumental. Se dijo, por los rincones del mundo, que había sido en rechazo a la dictadura.

Nada de eso. El motivo estaba vinculado al fastidio que les habían generado algunas actitudes argentinas en la antesala de la final. Entendían ellos que la demora fue adrede. Desde el cuerpo técnico que conducía César Menotti se quejaron por el yeso de René Van der Kerkhof —una de las figuras del seleccionado holandés— y las autoridades obligaron a que se lo quitaran o modificaran.

Los holandeses lo entendieron como una artimaña. Y se negaron a recibir las medallas.

8) ¿Cuánto sabían los jugadores de la dictadura?

Una de las expresiones más frecuentes entre los participantes de la Copa del Mundo es que se desconocía lo que sucedía en la Argentina de Videla mientras la pelota rodaba. ¿Era tan oculta la verdad?

Hay testimonios en contrario. En 2011, en una entrevista con el periodista Marcos González Cezer, publicada por la agencia Télam, el arquero holandés Jan Jonbloed confesó que él y sus compañeros sabían de qué se trataba aquella dictadura.

Explicó: “Sabíamos que había una dictadura. Éramos gente normal, que escuchábamos la radio, veíamos la televisión y en ese momento había una protesta, una campaña en Holanda, respecto de este tema. Mi padre era comunista. Tenía y tengo una sensibilidad con todo lo que es pueblo. Sabía que pasaba algo, que no estaba bien, que no me gustaba”.

—¿En qué consistía la campaña en Holanda? ¿Se cuestionaba su participación en el certamen?

—Claro. Había debates, por ejemplo. A mí me invitaron a uno en una radio antes del Mundial en el que dije: “Me parece terrible lo que está pasando pero la cuestión es que yo tengo una mujer, tengo hijos y esto es mi manera de vivir. Si yo no voy allá, no puedo responder a eso, que también es una prioridad mía. La gente que está allá es la que tiene que cambiar el régimen de Videla. Entiendo que es terrible para la gente que está allá, me sensibilizo con eso, pero no voy a dejar de ir por eso porque también tengo mis cosas por las que responder”.

9) Los postes negros

Mitología tardía: el color de los palos. Casi cuatro décadas después del Mundial de 1978, este año, el diario británico The Guardian publicó la historia de una presunta protesta silenciosa —elíptica— a la vista de todos en cada partido: las marcas negras en la base de los postes de los arcos.

 

El periodista David Forrest narra cómo develó un misterio que —según escribió— le había llamado la atención en su niñez. Cuenta que en la parrilla Don Julio, del barrio de Palermo, un mozo (cita el nombre, Ezequiel Valentini) que había trabajado para el Comité Organizador le contó la verdad. El tal Valentini le dijo que ellos habían elegido el color negro para homenajear a los desaparecidos.

Según Forrest, Valentini le dijo: “Preguntaron para qué era y le dijimos que era tradición. Pasó, porque no tenían ni idea de fútbol. La Junta situó sus centros clandestinos de tortura a la vista del público. Nosotros recordamos a nuestros muertos a la vista de todo el mundo. Como esos centros, nuestro acto de recuerdo estaba oculto a simple vista”.

¿Pero existía el mozo de la confesión tardía? En la parrilla dicen que no trabaja ni nunca trabajó el tal Valentini.

En aquellos años setenta, los postes solían pintarse del color del equipo local o, en su defecto, de negro. “Era una costumbre previa al Mundial. Incluso hay fotos de Amadeo Carrizo en los años sesenta ya con la bases de los postes pintadas de negro”, recuerda el periodista e historiador Oscar Barnade.

Los medios del mundo se hicieron eco de la historia. El testimonio del supuesto Valentini recorrió el mundo.

El misterio no era tal...