Todo comenzó en Chile 1962 con “El rock del Mundial”, una canción compuesta e interpretada por la banda local Los Ramblers, liderada por el pianista Jorge Rojas. El país entero enloqueció con el ritmo rockabilly del tema, que con el paso del tiempo se convirtió en el sencillo más vendido de la historia de la música chilena.

A partir del éxito del hit mundialista de Los Ramblers, la canción oficial del campeonato Mundial se transformó en un clásico infaltable. Algunas de ellas pasaron sin pena ni gloria y hoy descansan en el limbo de la música olvidada, otras se volvieron míticas e imperecederas, como “Un'estate italiana”, el inolvidable tema del Mundial Italia 90 compuesta por Giorgio Moroder, que todos tarareamos sin saber una palabra de italiano y que gozó de tanto éxito internacional que incluso llegó a tener su versión en castellano.

Luego de Chile vendrían Inglaterra 66 con “World Cup Willie (Where In This World We Are Going)”, México 70 con el tema “Fútbol México 70”, y Alemania Occidental 74 con la canción “Fussball ist unser Leben”, que cuenta con la participación de algunas estrellas del seleccionado alemán de aquella época.

A esta altura ya era inimaginable un Mundial sin canción oficial, y en el año 1978 le tocaría el turno a la Argentina. La quinta canción mundialista se estrena en el Mundial organizado por la sangrienta dictadura liderada por Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti, y fue una estrella internacional del nivel de Ennio Morricone el elegido para componer la pieza musical titulada simplemente “El Mundial”.

Nacido en Roma, Italia, un 10 de noviembre de 1928, Morricone es uno de los más grandes compositores de bandas sonora cinematográficas de la historia del séptimo arte.

Con su particular estilo, el compositor cambió para siempre la manera de musicalizar los spaghetti westerns —películas de vaqueros filmadas en Italia con bajo presupuesto pero con mucho amor al cine—, a partir de su aporte a la magnífica “Trilogía del dólar”, conformada por las películas Por un puñado de dólares (1964), La muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el malo y el feo (1966), dirigidas por Sergio Leone y protagonizadas por un joven Clint Eastwood. Esa canción que los más afortunados saben silbar y el resto tarareamos mentalmente cuando imaginamos un tenso enfrentamiento entre cowboys la compuso Ennio Morricone y es el tema principal y leit motiv musical de la película El bueno, el malo y el feo, un clásico de la cultura popular.

Morricone también compuso otras piezas clásicas fuera del género western para películas de culto como Days of heaven (Terrence Malick, 1978), The untouchables (Brian De Palma, 1987) o los clásicos italianos Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988) y Novecento (Bernardo Bertoluci, 1976).

A pesar de ser el autor de más de 500 bandas sonoras para cine y televisión, los popes de la premiación más importante de la industria del cine le negaron su merecida estatuilla durante al menos 40 años, y recién en 2016, a sus 87 años, Morricone recibió el premio Oscar a la mejor banda sonora por el neowestern de Quentin Tarantino titulado The hateful eigth (2015).

Resulta cuanto menos paradójico que el elegido para componer la canción oficial de nuestro primer Mundial haya sido un italiano, si se tiene en cuenta el supuesto carácter patriota y ultranacionalista de los militares golpistas.

“El Mundial” es una canción instrumental —a excepción de una única voz que en los primero segundos anuncia “Argentina, aquí el Mundial”—, simple y alegre, adornada con un coro constante que acompaña el sonido de los instrumentos, y enriquecida con instrumentos de vientos y sintetizadores. Para algunos argentinos “El Mundial” es una canción inolvidable; otros, sin embargo, opinan que Morricone no dio todo de sí y sólo cumplió con el encargo en piloto automático, como uno de esos mercenarios del oeste a quienes tantas veces les compuso canciones. Se le critica la falta de emoción, y esa carencia lo transformó en un tema que nunca llegó a trascender, mucho menos ganarse el corazón del pueblo argentino. El gran Ennio nos dejó una canción carente de alma y lejos de sus mejores momentos como compositor de bandas sonoras.

“El Mundial” era la canción oficial de Argentina 78, sin embargo en los hogares de los hinchas argentinos sonaba otro tema, uno mucho más popular y con un elemento fundamental: tenía letra. Era “la otra” canción oficial, compuesta por Martín Garré e interpretada por la banda Sinfónica Municipal de la Ciudad de Buenos Aires con el coro estable del Teatro Colón, y es la que posiblemente recuerden todos los hinchas: “La marcha oficial del Mundial” (así figura en los discos de la época, mientras que la de Morricone se llamó “La melodía oficial del Mundial”), también conocida popularmente como “25 millones de argentinos”, por sus primeros versos.

A pesar de tener dos canciones oficiales la hinchada local no se inclinó por ninguna de ellas para alentar a su equipo en la cancha, sino que cantaba el pegadizo “Vamos, Vamos, Argentina”, un cántico popular que se sigue coreando hasta hoy en cada estadio donde se presente el seleccionado argentino.

Ennio Morricone se hizo conocido por componer música para películas con personajes malditos, forajidos, mercenarios. Sus bandas sonoras embellecen historias violentas llenas de asesinos, hombres armados que toman la ley en sus manos y la retuercen, pistoleros que no dudan en matar para conseguir sus propósitos.

No es extraño entonces, dentro de una lógica retorcida, que el italiano haya sido elegido para componer la canción oficial de un Mundial organizado por un gobierno de facto repleto de asesinos y pistoleros fuera de ley.