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La cobertura de los medios argentinos durante el Mundial de Fútbol de 1978 fue vigilada puntillosamente por las empresas periodísticas, que a su vez eran monitoreadas por organismos dependientes de la dictadura militar argentina con el objetivo de que nadie se corriera de los carriles que ellos pretendían.

Nada quedaba librado al azar. Todo pasaba por varios filtros y era matizado a gusto de los intereses políticos de turno antes conocer la luz. En este escenario, y con la obsesión de transmitir hacia el exterior una sensación de paz que la Argentina lejos estaba de vivir, existió una publicación que excedió todos los límites: la carta falsa de Krol a su hija.

El 13 de junio de 1978, en la edición 3062 de la revista El Gráfico, la revista emblema del deporte argentino, salió una doble página que sería histórica. Bajo el título Carta a mi hija ese medio gráfico difundió el supuesto mensaje del mediocampista holandés Rudolf Krol para su hija Mabelle, de tres años. El manuscrito en inglés con su traducción al castellano intentaba tranquilizar a la niña que se había quedado en su país y desmentir las noticias sobre inseguridad y violencia que podían trascender desde Argentina. La carta fue un invento.

“Fue todo innecesario, nos descolocó. El Gráfico no necesitaba hacer una cosa como ésa. Nos generó un quilombo al pedo. En el fragor de la cobertura nos llegó esa nota y salió. Me acuerdo que cuando la vi me generó dudas y debimos haber actuado de otra forma. Lo hicimos de manera imprudente y es un costo que tuvimos que pagar, hasta ahora, sin necesidad”, recuerda Ernesto Cherquis Bialo, por ese entonces jefe de redacción de la revista.

El autor de la carta falsa de Krol fue el periodista Enrique “el Cabezón” Romero, corresponsal de El Gráfico en la provincia de Mendoza. Quienes trabajaron con Romero cuentan que “lo único que quería era que lo mandaran a Buenos Aires” y que “hacía cualquier cosa para llegar a la redacción central”. También coinciden en que la carta representó una aberración periodística imperdonable aunque en ese momento nadie tomó real dimensión del suceso.

“Mamá me contó que los otros días lloraste mucho porque algunos amiguitos te dijeron cosas muy feas que pasaban en la Argentina. Pero no es así. Es una mentirita infantil... Esta no es la Copa del Mundo, sino la Copa de la Paz... Papá está bien. Tiene tu muñeca y un batallón de soldaditos que lo cuidan y que de sus fusiles disparan flores. Diles a tus amiguitos la verdad; Argentina es tierra de amor”, se leía en la carta apócrifa.

Al enterarse de la publicación, Krol, que estaba concentrado junto a la selección holandesa de fútbol en Mendoza, brindó una conferencia de prensa para desmentir el texto. Ante la aclaración del futbolista, el periodista recogió el guante y también dio su versión. “La carta la escribí yo, pero se la leí a Krol y él estuvo de acuerdo”, fue el mensaje que repitió Romero desde ese día hasta que falleció.

El escándalo incluyó una protesta del embajador holandés y la amenaza del equipo de retirarse de la Copa. “No sé por qué razón inventó esa carta. ¿Por qué a mí? ¿Por qué utilizarme de ese modo? Me gustaría saberlo”, contó Krol en un breve paso por la Argentina en los ‘90. Y aclaró que jamás le hubiese escrito en inglés a su hija “sencillamente porque es holandesa”.